Llevamos días con sensaciones encontradas, entre la esperanza y el enojo. La razón de ello, es cómo está evolucionando lo que nos dijeron que era una “nueva gripe”, y por lo que parece no lo es, llegando en la actualidad a situaciones de colapso general.

La realidad actual la podemos resumir en un incremento exponencial de las personas infectadas, falta de material para cubrir el mínimo necesario de las personas en riesgo, vaciado compulsivo de las estanterías de los supermercados, y un largo etc. Parece una película distópica de zombis o de desgracias generalizadas.

La respuesta en la mayoría de los casos es coincidente, son situaciones que no se pueden prever, es el famoso cisne verde al que tanto temen los financieros globales, y por tanto se escapan de nuestro control. Sin entrar a discutir las medidas tomadas, ya que en principio lo lógico es confiar en los expertos, sí debemos de ser muy críticos del por qué hemos llegado a esta situación de casi colapso sanitario. Habrá tiempo de criticar lo que sea preciso y aplaudir lo que proceda.

Lo que parece claro es que tenemos una nueva crisis, aunque a simple vista pueda parecer diferente de la última de 2008, en mi opinión, considero que ambas son consecuencia de lo mismo: el sistema político, social y económico actual está agotado, siendo incapaz de dar respuesta a las necesidades más básicas de la gente. Pero, como ha sucedido históricamente con el capitalismo, éste intenta de nuevo adaptarse y salir al paso con parches, que lo único que hacen es aplazar los problemas hasta una nueva crisis. Mientras tanto las desigualdades siguen avanzando, el planeta se está agotando, y todo ello, por culpa de las élites egoístas que extraen toda la riqueza para una minoría, pero lo más preocupante es que son amparadas por la indulgencia de una mayoría social, que lo demuestra cuando llega el momento de refrendar o corregir las políticas actuales, en las urnas.

Llegados a este punto, cabe preguntarnos, ¿qué futuro queremos?, la pregunta aunque muy general, debe tener respuesta, y es lo que a continuación intentaremos desarrollar, siempre con una visión y valores claros: que la mayoría de las personas tenga, aun reconociendo un cierto grado de desigualdad justa, una vida digna, en la que predomine la equidad, y en base a ella, generar propuestas políticas, sociales y medioambientales para el Bien Común de todas las personas.

Hay una frase de Einstein que en estos momentos me viene a la mente, “Si haces lo mismo obtendrás lo mismo”, y eso es lo que está ocurriendo desde finales del siglo pasado, burbuja tras burbuja y crisis tras crisis. El mainstrean de las élites dominantes, ha inculcado a la mayoría de la sociedad la idea de que “No hay alternativa”, y es frustrante que ante nuevas propuestas (positivas) para cambiar el orden actual, se repite lo que indicaba Gandhi en su momento: “Primero te ignoran, luego se ríen de ti, después luchan contra ti y finalmente ganas”, esto último es nuestro objetivo irrenunciable.

Por supuesto que existen “Otras alternativas”, aunque ocultadas de la amplificación de los medios de comunicación, los cuales obedecen fielmente a los intereses de sus amos (las élites económicas). Baste simplemente recordar propuestas de numerosos intelectuales de reconocido prestigio, como: Stiglitz, Krugman, Piketty, Chomsky, Castell (actual ministro de Universidades), Max-Neef, Felber, etc. Sus propuestas, de forma general, afectan a asuntos vitales para las personas, como: democracia, igualdad, fiscalidad progresiva, sostenibilidad ecológica, y un largo etc., siendo la correa de trasmisión natural de todas estas propuestas los diferentes movimientos sociales implicados en el cambio: Reas, Ecologistas, Economía circular,…, y contemplando de una forma holística todos los anteriores, la Economía del Bien Común.

La mayoría de los movimientos sociales, siempre tienen que hacer frente al dilema entre la utopía y el pragmatismo, lo cual en cierta medida tiene su lógica. Por tanto, el futuro se conseguirá cambiando todo lo necesario y reformando lo posible, sobre la base de una serie de valores compartidos por la mayoría de la población, como son: democracia participativa en los objetivos, propuestas sostenibles, solidaridad interna y externa, y siendo el foco de todas las actuaciones las personas y su dignidad humana. Lo anterior, tal vez sea un poco reduccionista, pero los pasos deben ser claros y admisibles para la mayoría, después su desarrollo tendrá que acordarse por los representantes del “pueblo soberano”.

Surge también la cuestión de cómo vertebrar este movimiento, hay que ser muy pragmáticos llegados a este punto; por tanto, comencemos utilizando las estructuras legales actuales, dentro de una visión de abajo a arriba: municipio > país-estado > UE > ONU (u organización mundial válida).

A continuación mostraremos toda una serie de propuestas, las cuales están suficientemente justificadas de forma empírica, que han realizado diferentes economistas, sociólogos, politólogos…, que constituyen la base para un nuevo acuerdo social, con los valores éticos (aceptados mayoritariamente) como eje vertebrador.

Propuestas para un cambio, en el que todos tengamos futuro:

  1. Salvaguarda del planeta Tierra, no tenemos otro donde vivir: Toda actividad económica deberá condicionarse a su sostenibilidad, siendo su responsabilidad compartida por: empresas – personas – poderes públicos.
  2. Todo ser humano, por el hecho de serlo, tiene derecho a una vida digna, los poderes públicos tienen la obligación de legislar para que ello sea posible, no de forma retórica como sucede actualmente.
  3. Cumplimiento estricto de lo que aparece en nuestra Constitución en el artículo 1-2 “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan todos los poderes del Estado”. A este respecto presentamos las propuestas que realiza Christian Felber, en su libro “La Economía del Bien Común” pag-201, en las que el pueblo soberano debe de tener poder directo, para:
    • Elegir un gobierno concreto
    • Deselegir al gobierno
    • Corregir al Parlamento en un anteproyecto de ley
    • Proponer leyes a votación
    • Modificar la Constitución por iniciativa propia
    • Votar directamente una asamblea constitucional
    • Controlar y dirigir los servicios básicos más importantes
    • Definir el marco para la negociación de acuerdos internacionales y votar sobre los resultados de la misma

4. Solidaridad y Justicia para todos, con equidad, mediante nuevas propuestas sobre fiscalidad, propiedad temporal, participación social en las empresas, etc.

  • Sistema tributario:
    • El sistema tributario de una sociedad justa debería estar basado en tres grandes impuestos (altamente) progresivos: un impuesto progresivo anual sobre el patrimonio, otro sobre las rentas y otro sobre las sucesiones-donaciones. Los impuestos indirectos desparecen, salvo las externalidades negativas como un impuesto sobre el carbono. El impuesto sobre la renta financiaría el Estado social y en general el gasto público (educación, sanidad, pensiones,…), y los impuestos progresivos sobre el patrimonio y sucesiones servirían para generar un sistema de propiedad temporal y circulación de capital: “Thomas Piketty Capítulo-17 del libro Capital e Ideología”.

Otras medidas, propuestas por Christian Felber en su libro La Economía del Bien Común (pag-310)

  • Creación de una moneda global para los intercambios internacionales (no depender del dólar); zonas de comercio justo con los mismos aranceles (o sin ellos), y políticas antidumping entre países.
  • A la Naturaleza se le concede valor y derechos propios, por lo que no puede ser propiedad privada.
  • Reducción gradual de la jornada laboral: esta se reducirá gradualmente hasta el nivel deseado y sostenible por la mayoría, por ejemplo entre 20 y 33 horas semanales.
  • Implementación en las empresas, como balance principal y con repercusión legal, de el Balance del Bien Común, el cual evalúa los valores no financieros de las empresas. Los balances financieros siguen existiendo, pero son secundarios. En este modelo el dinero pasa a ser una herramienta, no el fin de la empresa, la propuesta es un modelo sostenible a nivel económico-social-medioambiental.
  • Limitación de ingresos y riqueza, con la generación de una dote democrática generada con un impuesto progresivo sobre la riqueza; y una propuesta de diferencia salarial entre el sueldo mínimo y el máximo de 10 veces (u otro valor acordado democráticamente).
  • Traspaso por parte de las grandes empresas (por ejemplo a partir de 250 empleados) de una parte progresiva de los derechos de voto y propiedad a los empleados y comunidad en general.

Como hemos comprobado en toda la exposición, hay muchas alternativas al sistema actual, con propuestas que en principio pueden sonar duras, como las de fiscalidad altamente progresiva en renta y sucesiones, pero no se nos olvide, que en el periodo de mayor desarrollo de la humanidad, entre 1950 y 1980, dicha fiscalidad llego en el tramo superior al 80-90%, en países como EE UU y el Reino Unido, por tanto antes de su análisis y viabilidad no las descartemos, hacerlo como actualmente ocurre con el sistema neoliberal, eso es simple y llanamente ideología. El mundo tal como está actualmente constituido, no provee un futuro digno para la mayoría, y nuestra obligación con las generaciones futuras es facilitarle uno, donde todos tengan su lugar.

Ha llegado el momento. En párrafos anteriores mostrábamos las propuestas teóricas de diferentes intelectuales comprometidos con el cambio social y político; entre otros grupos e instituciones, estas directrices tienen que ser canalizadas por los diferentes movimientos sociales comprometidos en ello. Participa activamente en implementar las que entiendas que se adaptan mejor a tus inquietudes. En el siguiente link te mostraremos cómo participar. ¡Ahora sí, entre todos lo haremos!.

Autor: J.M.Martín

BIBlIOGRAFÍA:

Christian Felber: «La Economía del Bien Común» y «Por un comercio mundial ético»

Thomas Piketty: «Capital e Ideología» y «El capital del siglo XXI»

Joseph E. Siglitz: «El Euro, como la moneda común amenaza el futuro de Europa» y «El malestar de la globalización»

Manfred Max Neef: «La economía desenmascarada»