Por una Europa justa, solidaria y sostenible, al servicio de las personas y del planeta
Europa se encuentra en una encrucijada decisiva. En medio de las crisis sociales, ecológicas y políticas que atravesamos, surge una pregunta ineludible: ¿qué futuro queremos construir juntos? La Unión Europea vive una profunda crisis de identidad y liderazgo, sumada a sus carencias estructurales económicas y políticas. Sus dirigentes, sin autonomía real, siguen las directrices de intereses globales ajenos, arrastrando al continente a conflictos y a la pérdida de proyecto propio. Incapaz de dotarse de mecanismos de decisión soberanos, la UE permanece anclada en políticas neoliberales dictadas por una Comisión poco democrática, colaborando con una geopolítica del miedo y la fragmentación. Esta deriva ha debilitado su papel en el mundo y alejado a la ciudadanía del ideal europeo. Solo una renovación profunda, basada en la cooperación, la justicia social y una economía al servicio de la vida, permitirá recuperar el impulso y sentido original de Europa.
El politólogo Sami Nair, en su libro Europa encadenada (1), nos alerta de una Europa “prisionera de sí misma”: atrapada por los dogmas neoliberales y la subordinación a los mercados financieros. La Unión Europea, nacida con el sueño de la paz y la solidaridad, se ha convertido en un espacio donde la competencia y la austeridad pesan más que los derechos y la cohesión social, de facto es una Federación económica sin un modelo claro político. Europa ha perdido su capacidad de inspirar.
Pero también es cierto que estamos a tiempo de cambiar el rumbo. La historia europea demuestra que los momentos de crisis son también momentos de refundación. Hoy, más que nunca, necesitamos imaginar una Europa del Bien Común, una Europa que vuelva a poner la dignidad humana, la solidaridad y justicia, la sostenibilidad medioambiental, la transparencia y participación democrática en el centro.
De la Europa encadenada a la Europa que queremos
Las “cadenas” de las que habla Nair son bien visibles:
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La desigualdad creciente entre territorios y clases sociales
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El deterioro de los servicios públicos
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El cierre de fronteras ante las personas más vulnerables
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Una democracia que a menudo se siente lejana y tecnocrática
Si Europa sigue guiándose por la lógica del beneficio financiero, su promesa se vaciará de contenido. Pero si logra reconectarse con sus valores fundacionales —la solidaridad, la cooperación y la justicia social— puede convertirse en un modelo de transformación global.
La Economía del Bien Común como brújula
El economista Christian Felber(2) nos propone una alternativa clara: medir el éxito no por el crecimiento del PIB, sino por la capacidad de generar bienestar, equidad y sostenibilidad.
La Economía del Bien Común (EBC) plantea una Europa donde las empresas, las instituciones y los ciudadanos cooperen para maximizar el bien común. En lugar de competir por beneficios, competiríamos por cooperar en impactos positivos, por cómo nuestras acciones mejoran la vida de las personas y el planeta.
Aplicar los valores de la EBC —dignidad humana, solidaridad, sostenibilidad ecológica, justicia social y participación democrática— permitiría a Europa reinventar su papel en el mundo. Sería una Europa con alma, coherente con su responsabilidad histórica y ecológica.
La justicia fiscal y democrática que propone Piketty
El economista Thomas Piketty(3), en Capital e ideología, recuerda que la desigualdad no es un fenómeno natural, sino el resultado de decisiones políticas. Frente a ello, propone una Europa democrática y redistributiva, capaz de garantizar que los grandes patrimonios y las multinacionales contribuyan de manera justa al bien común.
Piketty imagina una Europa federal de la justicia social, con instituciones que reflejen la voluntad ciudadana y que actúen en favor de la igualdad. En este marco, la fiscalidad no sería un mecanismo de castigo, sino una herramienta de cohesión y confianza mutua.
Un nuevo pacto para el siglo XXI
El futuro que Europa necesita combina las tres miradas:
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De Nair, la crítica política y la llamada a recuperar la soberanía ciudadana.
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De Felber, la ética del bien común como horizonte económico y cultural.
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De Piketty, la estructura fiscal y democrática que haga posible una verdadera justicia social.
Juntas, estas ideas delinean una Europa humanista, verde y solidaria, capaz de inspirar de nuevo a sus pueblos. Una Europa que no tema reformarse profundamente para servir mejor al bien común global.
Reilusionar Europa desde abajo
Reilusionar Europa no significa solo cambiar las instituciones, sino reconstruir el sentido del proyecto europeo desde la ciudadanía. Es volver a poner la democracia, la justicia fiscal y el bien común en el centro de la vida pública. Europa no se regenerará desde los despachos de Bruselas, sino desde las comunidades que la conforman.
Nueva gobernanza democrática
La Unión Europea necesita un salto cualitativo hacia una democracia participativa y transparente.
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Crear asambleas ciudadanas europeas permanentes, con representación rotatoria de la ciudadanía, para debatir las políticas económicas, ecológicas y sociales de la UE.
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Fortalecer el Parlamento Europeo como órgano soberano, otorgándole capacidad legislativa plena y derecho de iniciativa.
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Establecer presupuestos participativos europeos, donde una parte del gasto comunitario se decida mediante procesos deliberativos en los territorios.
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Democratizar las instituciones financieras (Banco Central Europeo, Banco Europeo de Inversiones) para que respondan a criterios de bienestar y sostenibilidad, no solo de estabilidad monetaria.
Justicia fiscal y redistribución solidaria
Una Europa justa requiere una fiscalidad común altamente progresiva y ecológica.
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Implantar un impuesto europeo sobre grandes fortunas y sobre las multinacionales digitales, destinado a financiar políticas sociales y climáticas.
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Crear un Fondo Europeo del Bien Común, que invierta en bienes esenciales para la vida humana: educación, sanidad, energía limpia, transición ecológica justa, vivienda,…
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Coordinar la fiscalidad para eliminar la competencia desleal entre países miembros y erradicar los paraísos fiscales dentro de la UE.
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Introducir una tasa sobre transacciones financieras para reducir la especulación y financiar bienes públicos globales.
Estas medidas, inspiradas en las propuestas de Thomas Piketty, no solo corregirían desigualdades, sino que restaurarían la confianza ciudadana en las instituciones europeas.
Compromiso político y social desde la base
Europa necesita una nueva cultura cívica donde la política se viva como responsabilidad compartida:
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Fomentar alianzas transnacionales entre movimientos ciudadanos, municipios, cooperativas y universidades, para impulsar políticas europeas desde abajo.
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Apoyar la creación de redes locales del Bien Común, donde las comunidades evalúen su impacto social y ecológico y colaboren en objetivos compartidos.
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Impulsar un estatuto europeo de participación ciudadana, que garantice el derecho a la iniciativa legislativa y la consulta popular paneuropea.
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Promover una educación política y ecológica europea, que forme a las nuevas generaciones en democracia deliberativa, justicia global y sostenibilidad.
Europa del cuidado y la sostenibilidad
Reilusionar Europa también implica redefinir la prosperidad.
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Transitar hacia un modelo económico regenerativo, donde el crecimiento deje de ser un fin y el bienestar de las personas y los ecosistemas sea la prioridad.
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Garantizar una renta mínima europea(4) que proteja la dignidad y reduzca la precariedad.
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Integrar el Pacto Verde Europeo con políticas sociales y laborales, asegurando que la transición ecológica sea también una transición justa.
Reilusionar Europa desde abajo es construir una Europa de los pueblos y no de los mercados.
Una Europa donde la democracia no se delegue, sino que se practique; donde la economía no explote, sino que cuide; y donde la solidaridad no sea un lema, sino una forma concreta de gobernar.
Solo así, Europa podrá volver a ser un horizonte de esperanza global y un referente de civilización humanista para el siglo XXI.
¡Europa será solidaria, o no será!
Autor:
Juan Manuel Martín EBC-Valladolid
Apoyos:
Tomás García Álvarez EBC-Asturias
José Carlos Hernández, Presidencia Asociación Canaria de la EBC
José Luis Meri Viladomat EBC-Valencia
Andrés Moya Velázquez EBC-Madrid
José Luis Sánchez, Alcalde de Miranda de Azán “primer municipio del Bien Común”
Albert Llucian EBC-Valencia
Luis Campos Saavedra EBC-Alicante
Prudencio López Vicedo EBC-Valencia
Alicia Hernando Delgado EBC-Canarias
Fernando Moreno Bernal EBC-Cádiz
Bibliografia:
(1) Europa encadenada “Sami Nair”, Galaxia Gutemberg 2025
(2) La Economía del Bien Común “Christian Felber”, Deusto 2015
(3) Capital e ideología “Thomas Piketty”, Deusto 2019
(4) https://spain.econgood.org/que-es-la-ebc/propuesta/3-que-las-ayudas-sean-suficientes/
