Dentro del marco de excepcionalidad que nos está tocando vivir con la pandemia global de la COVID-19, hay que señalar que junto a la alerta sanitaria existen otros peligros, especialmente el de la desactivación de la economía con la subsiguiente crisis en los resultados que ya sufrimos con la crisis económica de 2008 o incluso peores.
En el caso de Andalucía en general, y de Cádiz en particular, la dependencia del turismo y del sector servicios, a la cual nos hemos visto abocados, es enorme. Esto conlleva un problema añadido por la falta de diversidad económica, que obliga a la reflexión y el cambio. Especialmente el cambio del modelo turístico que ha de venir de la mano de la diferenciación con respecto a otros territorios.
El clima, el sol, la playa, la montaña, la gastronomía, la enología, los deportes, el mar, el idioma, son elementos conocidos y explotados a la hora de promocionar Cádiz como destino turístico, repitiendo una y otra vez el modelo tanto desde el ámbito privado como desde el ámbito institucional.
Pero aún tenemos más, mucho más, tenemos historia, tenemos cultura, tenemos tradición, tenemos características comunes y diferentes con todos aquellos que nos visitan y tenemos un LEGADO patrimonial. España es el tercer país del mundo en cantidad de patrimonio según la UNESCO y que se concentran principalmente en el sur y el levante. Nuestra identidad y los monumentos que la representan son tan atractivos para el viajero y los turistas como nuestra gastronomía, sin que hasta ahora hayamos desarrollado estos recursos de cara a la orientación limitada de nuestra economía.
A excepción de lo mínimo necesario realizado por la administración, obligado por la legislación, para la salvaguarda de nuestro patrimonio y de aquellos conjuntos que desde hace mucho tiempo son considerados patrimonio nacional como la Alhambra o los reales alcázares de Sevilla, no se ha potenciado nuestro patrimonio cultural, material e inmaterial, sino de manera tímida y muy secundaria.
El PATRIMONIO HISTÓRICO es cultura, es belleza y legado, pero sobre todo es un elemento diferenciador de calidad que hace que los visitantes se puedan decidir entre un destino que lo tenga o no. Además, hay que tener en cuenta que el público que busca estas experiencias con el patrimonio es un público con cierto nivel adquisitivo y cultural que no suelen estar afectados por la estacionalidad a la hora de decidir sus desplazamientos.
En definitiva, lo que la gente busca y recibe cuando nos visita es nuestra IDENTIDAD, quienes somos y como lo hemos plasmado a lo largo del tiempo en nuestra CULTURA.
Juan Miguel Pajuelo. Gerente Cultural y Arqueólogo de TripMilenaria S.L.