“Hágalo Ud. bien y hágalo saber” es un principio de las relaciones públicas. Esta idea fue el título de HACERLO BIEN Y HACERLO SABER de FEDERICO REVILLA que estudiamos todos los que nos dedicamos a esto desde la universidad. Aunque fue escrito en 1992 (el año grande de España), sigue estando muy vigente. Él entendió las relaciones con los grupos de interés (los stakeholders que llamamos ahora para darle el toquecillo vanguardista) como parte de un todo en la empresa. Hay que hacer las cosas bien y hay que contarlo, no por autobombo, ni por reputación (que también) sino porque contarlo, en sí mismo es una muestra de generosidad y un ejemplo para los demás.
En 2015, los líderes mundiales adoptaron un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Con metas específicas para cada uno de los 17 objetivos que deben alcanzarse en los próximos 15 años, hay uno concreto que nos toca muy de frente a los profesionales del marketing, la comunicación, las relaciones públicas, y debemos convencer a nuestros CEOs para que le den la importancia que tiene.
Me estoy refiriendo al Objetivo 17: Revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible. Los ODS solo se pueden conseguir con asociaciones sólidas y cooperación. Es necesario establecer asociaciones inclusivas (a nivel mundial, regional, nacional y local) sobre principios y valores, así como sobre una visión y unos objetivos compartidos que se centren primero en las personas y el planeta.
Una propuesta alternativa de economía (y por la que nosotros tan orgullosamente nos gestionamos y guiamos en Art Marketing) es la Economía del Bien Común. Propuesto por Christian Felber en 2010, defiende un sistema económico alternativo fundado en la dignidad humana, la solidaridad, la cooperación, la responsabilidad ecológica, etc. En su Matriz del Bien Común para las empresas se habla mucho, muchísimo, de la transparencia, como el principio vertebral de cada una de los valores perseguidos. Transparencia y participación democrática con los proveedores, con los propietarios y bancos, con los trabajadores, con los clientes y otras empresas y, por supuesto, con el entorno social.
¿Y qué otra cosa es la transparencia sino comunicación?
Por eso no concibo que cualquier organización diga de sí misma que está haciendo RSC, o que está haciendo su Informe de información no financiera y que no integre en el proceso a un equipo de comunicación que esté comprometido, no solo con el hecho en sí, sino con la forma de contarlo para hacer que otras organizaciones se apunten. No hay mejor forma de contagiar que un buen ejemplo.
A lo largo de mi carrera me he encontrado con empresas que lo estaban haciendo francamente bien en algún aspecto de su gestión, pero ni se planteaban que fuera un logro, y mucho menos contarlo. No por recelo, sino por pudor. Porque pensaban que, como dice la biblia, “no dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha”. (San Mateo, capítulo 6, versículo 3) significaba que no se puede comunicar las buenas obras para que no parezca que se alardea o presume.
Sin embargo, como profesional del marketing y como individuo comprometido, mi planteamiento es otro. Por supuesto que las cosas que hace bien una empresa no se pueden restregar por la cara a nadie para luego exigir lealtad (o ventas), porque en esa “transacción” hay una búsqueda implícita de orgullo y sometimiento del otro. Pero en un mundo en el que las malas noticias son las únicas que se difunden, ¡qué bien haría contar lo positivo, y que los medios e influencers, de toda índole, se hicieran portavoces y “contaminadores” de buenas prácticas para inspirar a los demás!.
Cuando una organización lo hace bien en algún aspecto, debería contarlo y ser reconocida por eso. No se trata de que por tener una buena obra no haya compromiso de mejorar, ni que dejemos de empujar o denunciar lo que hacen mal. Pero tendríamos una sociedad mucho más saludable si aprendiéramos con los buenos ejemplos y no con las vergüenzas de los demás.
Por cierto, te recomiendo el libro.
Autora: Beatriz de Andrés, CEO y fundadora de Art Marketing y creadora del coworking WoMee