Tras bastantes días de confinamiento, se perciben en la sociedad sensaciones encontradas; por un lado hay un cierto alivio por la relajación de las medidas sanitarias, pero por otro continúa una alta preocupación de ver que esta situación no ha concluido. Y todo ello se refleja tanto en las conversaciones de personas como en las opiniones de los teóricos expertos.
Ha comenzado una nueva fase donde hay que tomar decisiones para solventar los problemas que acarreará la crisis sanitaria, y muy especialmente la de dar solución a las dificultades económicas que en breve aparecerán. Los grupos de presión, con intereses económicos, ya están moviendo toda su maquinaria, con un único objetivo, acaparar la mayoría de los recursos disponibles y que sean otros los que paguen esta nueva crisis, con un modelo económico incapaz de dar una respuesta equilibrada, como desafortunadamente sucedió en la anterior de 2008.
En situaciones de grandes crisis, como la que estamos pasando, las soluciones suelen ser “extremas”, y la ideología dominante en la sociedad suele capitalizarlas a su favor, sirva como referencia las medidas tomadas tras el huracán Katrina en Nueva Orleans , donde las élites extractivas siguieron con sus políticas depredadoras; pero en ocasiones anteriores se encontraron soluciones completamente diferentes, como fueron las políticas económicas y sociales tras la segunda guerra mundial, que generaron el período de mayor desarrollo en la historia de la humanidad, sobre todo en el mundo occidental avanzado. Por tanto, no hay una sola vía para resolver los problemas, aunque el mensaje que figura en los “media” nos indique una única forma para salir de una crisis como la que se avecina, a pesar de que la historia constata una y otra vez que esa solución no funciona, como evidencia el fracaso de los programas de austeridad que se empeñó en aplicar la UE a partir del 2010.
Esta partida, en la actualidad está por jugar, y diferentes movimientos sociales y ONGs, que creen en la equidad como factor de desarrollo, están empezando a moverse, una de ellas es el “Manifiesto2020, por una sociedad justa”, cuyas propuestas económicas exponemos a continuación:
I. Establecimiento de una Renta básica universal.
II. Redistribución renta/riqueza (Desigualdad): Políticas fiscales altamente
progresivas y lucha contra la pobreza.
III. Fomentar la economía real sobre la especulativa: Producción de proximidad,
apoyo a la economía solidaria, regulación tasas “Tobin” y “Google”.
IV. Solidaridad internacional y UE: Dotación suficiente a la cooperación al
desarrollo, frente la Europa de las naciones recuperar la de las personas.
V. Garantizar las pensiones con su revalorización permanente, y acabar con la
brecha entre hombres y mujeres.
Estas propuestas tienen un objetivo integrador de valores compartidos, por lo que el Manifiesto2020 ha considerado no entrar en el detalle, dejando su desarrollo abierto a todos sus participantes en una búsqueda de consensos. En esta dinámica desarrollaré a continuación una propuesta basada en las aportaciones que han realizado en los últimos años, diferentes autores de la economía con una visión no convencional, como: Joseph E. Stiglitz, Christian Felber, Thomas Pikkety,…
Estas propuestas, tienen un punto en común, la búsqueda de una sociedad justa, donde todos los individuos tengan una subsistencia digna, y donde las desigualdades actuales, tanto internas como entre países, sean erradicadas. A pesar del rigor analítico de los autores anteriores, el “mainstream” de economistas, periodistas afines al neoliberalismo, etc., ha intentado, de forma vana, en los últimos años, descalificarlos a nivel profesional, con un discutible éxito, pero eso sí, han conseguido a nivel social que su mensaje cale entre la gente normal, la cual sigue creyendo firmemente todos sus mantras, y cualquier propuesta que se aparte de ese pensamiento único, da la sensación que nos llevará directamente al abismo.
El desarrollo siguiente es un intento de hacer ver a la mayoría social que hay otras propuestas económicas, basadas en hechos empíricos, que posiblemente den las soluciones que el modelo neoliberal actual ha sido incapaz de dar a los problemas económicos actuales. La exposición será muy lineal, propuestas económicas donde todo gasto está sustentado por un ingreso en unas condiciones normales de la economía, y en situaciones extremas como la actual, con un cierto déficit pero con viabilidad de futuro.
Una sociedad justa es aquella que es capaz de dar acceso a todas las personas a los bienes esenciales que necesitan: la alimentación, la educación, la salud, el derecho al voto y, en general, la participación plena de todos en las diversas formas de vida social, cultural, económica, cívica y política. Para ello el estado debe servir de equilibro a las desigualdades que la propia sociedad genera, y una herramienta efectiva es una fiscalidad altamente progresiva, la cual además genera un alto desarrollo sostenible para todos sus miembros, como la historia lo demuestra en el periodo 1945-1980 (esto son datos, no opiniones).
Nos apoyamos en las propuestas que Thomas Pikkety realiza sobre este asunto, y que resumimos en la siguiente tabla, en la cual desaparecen los impuestos indirectos (IVA), este impuesto es el más injusto de los actuales, dado que paga el mismo IVA un multimillonario que un indigente. También indicar que en contra de los mensajes interesados de “entendidos” en economía, dichas propuestas afectan de forma fundamental a los grandes patrimonios y a las rentas muy altas, no más de un 1% de la sociedad, y que a pesar de esta colaboración fiscal más alta, para ser exactos más justa, que no se preocupen porque seguirán siendo ricos. ¡Por tanto olvidémonos de los mensajes apocalípticos que surgirán!
La propuesta anterior, por novedosa, puede parecer que llevará a la sociedad a territorios desconocidos, lo cual en cierta manera es cierto, pero en realidad es una propuesta fiscal similar a la que realizaron desde los años 30 del siglo pasado hasta los años 80 los grandes modelos del capitalismo neoliberal, EE UU y el Reino Unido, y, como es bien sabido, el mundo tuvo durante ese período el mayor desarrollo que conoce la Historia. Por tanto, no la descalifiquemos simplemente por ideología, y aportemos debate en las cifras propuestas o en los métodos, pero está claro que es realizable y que puede ser implementada con éxito, no como todas las propuestas de austeridad aplicadas por la ideología neoliberal, que aparte de no conseguir resolver el problema, han generado un incremento exponencial de la desigualdad.
La propuesta de Piketty recauda sobre el 50% de la renta del país (incluyendo las cotizaciones sociales), y afecta principalmente a los patrimonios y rentas más altas, el resto de los contribuyentes verían mínimamente afectadas sus aportaciones. Pero, por contra, genera los recursos suficientes para hacer frente a todas necesidades de un autentico estado social, empezando por una novedad que a buen seguro a muchos sorprenderá, la posibilidad de generar una dotación de capital a todos los jóvenes cuando lleguen a la edad de 25 años, de esta forma las desigualdades de acceso al capital según donde se haya nacido se amortigua de forma significativa, y el mensaje de “meritocracia” del sistema actual se haría más creíble.
Otro aspecto que cubre esta propuesta fiscal, es la posibilidad de una renta básica anual equivalente al 60% de la renta media después de impuestos. Para dar una visión global, el desglose de los siguientes impuestos progresivos es el siguiente: el impuesto progresivo sobre la propiedad (anual y sucesiones) recauda el 5% de la renta y sería suficiente para cubrir una dotación de capital para los jóvenes al llegar a los 25 años, equivalente al 60% del patrimonio neto; el impuesto progresivo sobre las rentas, equivalente al 45% de la renta, cubriría con un 5% la renta básica anual, y con el 40% restante daría respuesta al estado social y ecológico.
En un estado justo, todos aportan de forma progresiva según lo que tienen, por lo que es una anomalía que en la actualidad haya territorios que escapan a la fiscalidad de los estados, como son, las operaciones que las transnacionales imputan a otros estados (normalmente “paraísos” fiscales o con sistemas de elusión fiscal), y las operaciones especulativas llamadas de “alta frecuencia”. A esta anómala situación de desigualdad hay que dar una solución justa, con las llamadas tasas Google y Tobin.
La Tasa Google se aplicaría a todas aquellas transnacionales que operan a nivel mundial con un volumen de operaciones superior a 500 millones de euros, y de más de 3 millones en el territorio español, a las que se gravaría con un 3% de todas sus operaciones reportadas por los ingresos de publicidad online, intermediación y venta de datos de usuarios en territorio español.
La Tasa Tobin, o impuesto a las transacciones financieras (ITF), es un impuesto indirecto que gravaría con un 0,2% las operaciones de compra de acciones de empresas con una capitalización bursátil superior a los 1.000 millones de euros, o sea, 34 de las 35 empresas del Ibex, pero no al resto de empresas que no alcancen dicho valor. Este impuesto solo lo pagarían las personas que compran y vendan acciones de esas grandes empresas. Este impuesto junto con otro referente al “carbón”, aunque es un impuesto indirecto, compensa una externalidad negativa que provocan ambas situaciones, lo lógico es que si se resolviesen dichas externalidades negativas dichas tasas deberían desaparecer.
Las propuestas anteriores son de aplicación general para la consecución de una sociedad justa, y son atemporales. En la situación actual provocada por el Covid19 hay otras acciones que son fundamentales para salir de una forma u otra de esta crisis, y de ellas dependen en gran manera la actuación de la UE en su gestión, por lo que debemos exigir soluciones que pongan el foco en las personas y no solamente en los intereses económicos y financieros de los grandes grupos de presión, con una propuesta de implementación de los que han sido llamados “coronabonos”, no podemos encadenar una nueva rueda de deuda en los países que más han sufrido la pandemia, y que abocaría, sin duda, a otra situación como la de 2008-2010. Puede y debe existir un justo equilibrio entre la responsabilidad de quienes reciben ayuda y la cooperación de la UE en la solución. Una UE en la que prevalezcan los intereses egoístas de unos estados, no tiene futuro.
Juan Manuel Martín
Coordinadora Manifiesto2020, por una sociedad justa
Campo Energía EBC-Valladolid