La Humanidad ES. Yo soy Humanidad. Tod@s somos parte de ella y portadores de su esencia

Guerra e inteligencia artificial (IA) son los dos temas urgentes a los que hay que responder desde la perspectiva del Bien Común de la Humanidad. La Paz es esencial para que haya futuro, por lo que ninguna guerra es nuestra guerrai. El sistema capitalista ha demostrado su capacidad de adaptación y transformación. Hoy la IA se desarrolla en dos sistemas diferentes, China y EE UU. Por primera vez en la historia el desarrollo de una fuerza productiva puede ser comparada según sea el sistema de relaciones de producción en el que se desarrolla. Y es prioritario conocer su poder transformador, disruptor, para el sistema capitalista y para otro mundo mejor posible que avance hacia la unificación de la humanidad, su dualidad. La respuesta que demos a la ética de la IA, finalidad y control democrático de sus algoritmos, marca la bifurcación de qué futuro habrá, si es que lo hay para la humanidad.

De la sociedad del conocimiento a la sociedad de la información y la IA

Se paró el dragón delante de la mujer, que estaba a punto de parir,
para tragarse a su hijo en cuanto le pariese,
Apocalipsis 12.4

Vivimos un cambio de época impulsado por un inusitado desarrollo de las fuerzas productivas, fruto de la conjunción del Big data, IA y ordenadores cuánticos. Este desarrollo está creando una nueva base sobre la que erigir una renovada sociedad e instituciones que permitan el buen vivir para toda la humanidad. Existen evidencias empíricas de que el mecanismo evolutivo de las sociedades humanas basado en la relación dialéctica entre desarrollo de las fuerzas productivas y relaciones de producción es sustancialmente correcto, explicando la aparición de los distintos sistemas sociales que han tenido lugar a lo largo de la historia de la Humanidad. En todos ellos el desarrollo de las fuerzas productivas surge y crece en el seno de las relaciones de producción del sistema que agoniza, aumentando la contradicción hasta el punto de hacerlo implosionar. Es siempre un proceso histórico.

Para comprender el estado actual debemos visualizar el actual proceso desde su inicio a finales de la década de los 60 del S. XX. La caída de la tasa de ganancia, la descolonización, el rechazo a la guerra de Vietnam y la revolución cultural del 68 llevó al sistema capitalista en plena guerra fría y en pugna con la URSS y el bloque socialista a una crisis existencial. Respondió con la financiarización de la economía y la revolución neoliberal que se implementa a partir de mediados y finales de los setenta. La tasa de ganancia, los beneficios, no se recuperan, por lo que se inicia la acumulación por desposesiónii, a los nuevos países soberanos con el intercambio desigualiii y a las clases trabajadoras de los países centrales con ataques al movimiento sindical, organizaciones obreras y al estado del bienestar. Centrar la acumulación en circuitos financieros y comercio internacional provoca la gran desigualdad que hoy nos carcome, y pervierte la esencia del propio sistema capitalista que deja de generar la suficiente plusvalía. En la década de los ochenta la innovación tecnológica obliga al sistema capitalista a transformar la organización del trabajo con los diferentes modelos de trabajo creativo, en equipo, participativo y corresponsable. Son los sistemas de calidad total y excelencia en la producción. La sociedad del conocimientoiv exigía la mayor creatividad del personal trabajador para poder ser competitivo. La autonomía del personal aumentó, pasando a depender la producción cada vez más del “saber hacer” y el conocimiento de estos. El aumento de la productividad, que agudizaba la contradicción entre desarrollo de las fuerzas productivas y propiedad privada de los medios de producción cada vez más concentrados, acompañado con la caída de la tasa de ganancia del capital, obligó al sistema a dotarse de armas que neutralizaran este poder y autonomía. Se mundializa las cadenas de producción y se precariza el trabajo, manteniendo un amplio ejército de reserva (desempleados/as) que ha mantenido congelado, y en muchos casos disminuidos, los salarios reales en occidente. Comienza la deslocalización y la externalización de los procesos productivos: la globalización neoliberal, la extensión geográfica del sistema capitalista hasta el último rincón del planeta, proceso que a su vez alimenta y empodera a China. La red de guaridas (paraísos) fiscales mundiales, y la zonas económicas especiales como la City londinense, Hong Kong, Shenzhen …, adquiere su carácter de “sistema linfático” del capitalismo, que le garantice opacidad e impunidad. Manifiestan su intención de acabar con la historiav. Internet se generaliza a partir de 1997 avanzando en la sociedad de la información y en la sociedad redvi. El capital depende cada vez más de la creatividad humana, la investigación y la innovación tecnológica. Comienza a percibirse la diferencia de su desarrollo en el sistema capitalista occidental dirigido y controlado desde grandes corporaciones privadas con la finalidad de obtener la máxima ganancia en el corto plazo, frente a China dirigido y controlado desde el Estado y la planificación a medio y largo plazo. La crisis financiera de 2007-8 agudiza aún más las contradicciones internas, llevando a Sarkozy en 2008 a hablar de refundar el capitalismo y a crear la Comisión Stiglitz-Sen-Fitoussivii para medir el desarrollo de las sociedades y naciones con otros indicadores y fines. El G20 cobra protagonismo, surge el BRICS y movimientos sociales como el 15M en España, Noches en pie en Francia, Occupy Wall Street en USA, … que cuestionan el sistema capitalista. El crecimiento económico mundial cada vez depende más de China que gana en la guerra tecnológica a los países capitalistas occidentales. Las cinco grandes tecnológicas occidentales (GAFAM)viii desarrollan la economía de los datos (Big Data) y el capitalismo de la vigilanciaix, mercantilización de datos personales en la transformación de información personal en una mercancía sujeta a la compraventa con fines de lucro. Los grandes fondos de inversiónx, detrás de los que se esconden las grandes casas del sistema capitalista: Rothschildxi, Rockefellerxii, Morganxiii, Carnegiexiv, …, (Larry Finkxv es el CEO del mayor Fondo de Inversiones, BlackRock, el que da la cara) intentan monopolizar los sectores económicos esenciales, medios de comunicación y las instituciones políticas, con lo que pervierten la propia democracia. La tasa de ganancia y el crecimiento no especulativo sigue estancado en los países capitalistasxvi, que ven dispararse la desigualdad social y los efectos del cambio climático, a la vez pierden relevancia económica mundial y control social. Las redes sociales, el Big Data y el miedo a una democracia real lo empujan hacia el tecno-feudalismoxvii. Es en este contexto donde OpenAI abre al público la inteligencia artificial con chat GPT a finales de 2022.xviii

El sistema capitalista ha demostrado desde su aparición la capacidad de asimilar y adaptarse a los cambios, manteniendo su esencia de lucro y crecimiento continuo. En la década de los setenta del S XX el sistema capitalista ya estaba maduroxix; en los noventa ya era senilxx; tras la crisis de 2007-8 está agonizandoxxi. En los últimos cincuenta años esta adaptación se ha dado en medio de crisis cada vez más generalizadas, cortas y diversificadas hasta llegar a la actual crisis sistémica que la aboca a la crisis civilizatoria, al cambio de sus valores esenciales, a desaparecer para que la humanidad pueda renacer diferentexxii. Y esta última crisis se da frente a un poder alternativo que ya no es exactamente capitalista: China, arropada en un BRICS+ cada vez más inclusivo.

Los planificadores de la seguridad del sistema capitalista agonizante, enroscados en torno a sus ganancias y privilegios, intentan hoy “congelar” la historia, impedir el nacimiento de la nueva época de la humanidad. Como aprendices de brujo, lo que han conseguido es llevar a la humanidad a hambrunas, miserias, guerras, … y provocar la crisis climática. Tras la posible derrota en la guerra de Ucrania y ante el reconocimiento de carecer de la fuerza necesaria para vencer al BRICS+, intentan fracturar el mundo en dos, volver a una nueva guerra fría, y controlar su parte (continente de América, UE, Japón y países anglófonos) con un capitalismo disciplinario y tecnológico.

Los dos ecosistemas de investigación-desarrollo-innovación (I+D+I) que compiten

Un nuevo comienzo siempre es un tiempo de síntesis, de unión. Se recoge lo mejor del tiempo anterior, fruto de la contraposición de las partes, y se depuran las experiencias fracasadas o indeseables. Vivimos el tiempo de la unificación de la humanidad impulsado por el desarrollo logrado por el sistema capitalista y su contraparte de los países del socialismo real. El futuro, si es que lo tenemos, es compartido para toda la humanidad.

Las diferencias entre los dos sistemas de I+D+I parten del dominio de las grandes corporaciones privadas en el sistema capitalista frente a la estatalización en China.

Hasta la década de los ochenta la I+D+I se desarrollaba por las grandes empresas en su seno y con su financiación, aprovechando el fruto puntual de la investigación de algún profesor universitario. A partir de los noventa se externaliza; la investigación corresponde a las universidades habitualmente públicas con alguna ayuda puntual a la financiación por parte de corporaciones privadas con el objetivo de orientarla exclusivamente a sus propios intereses privados. El desarrollo y la innovación se fomenta con programas públicos de financiación y apoyo de startups, la mayoría de las cuales fracasa en los primeros años. Aquellas que triunfan y son compatibles con sus modelos de negocio, son compradas por fondos de inversión que rentabilizan y privatizan el esfuerzo creativo y la financiación pública. De esta forma las corporaciones han socializado el coste de la I+D+I, privatizando el fruto acumulado de conocimientos social del sistema universitario y la creatividad de los innovadores. Para garantizar esta expropiación y privatización de ganancias se crea las figuras de las patentes y el derecho de “propiedad intelectual”, que es la forma de privatizar el conocimiento acumulado de toda la sociedad. La creatividad de los equipos de investigación queda encadenada a los posibles modelos de negocios del y para el capital. No son las necesidades sociales la prioridad, es la acumulación ampliada del capital privado invertido.

China en la década de los noventa se separa de este modelo de I+D+I al considerarlo estratégico para su desarrollo nacional, manteniéndolo en la esfera estatal. La inversión extranjera fue obligada a crear empresas mixtas con capital chino como socios, garantizando un flujo de información y aprendizaje. La creatividad se fomenta en torno a equipos de investigación universitarios vinculados con empresas estatales, con directrices derivadas de la planificación quinquenal del estado chino, que a su vez se inserta en una planificación a largo plazo. Los investigadores e innovadores no están en situación precaria ni carecen de financiación. Hay una socialización de todo el proceso de I+D+I: su coste, financiación y fruto. El resultado es el liderazgo mundial indiscutible de Chinaxxiii. En 2019 China logró alunizar una nave espacial en la cara oculta de la luna; logro que demostraba un desarrollo de la inteligencia artificial no alcanzado aún por los EE UU. Cuando en occidente aún se lucha por implantar el 5G, China ha generalizado el 6G y ya utiliza el 7G. El interés comunitario al que responde el ecosistema de I+D+I es el interés nacional chino, aún no el de toda la humanidad.

Poder disruptor de la IA y la dialéctica transformadora

Y que nadie pudiese comprar o vender, sino el que tuviera
la marca, el nombre de la bestia o el número de su nombre.
Apocalipsis 13.17

El aquí y ahora de la IA es el resultado de un proceso dialéctico que brevemente hemos visualizado, que se desarrolla fundamentalmente a lo largo de las dos últimas décadas, aunque abierta al público escasamente lleve dos años. No puede desprenderse de la forma social e histórica que le dio origen y de la cual es resultado. Es una herramienta de vigilancia, control y de inducción conductual de los usuarios de redes y plataformas hacia determinadas conductas socialesxxiv, sean estas de consumo, respeto a las normas o manipulación política. China está en la vanguardia en su utilización en viajes espaciales, nuevos tipos de armas bélicas como drones y misiles hipersónicosxxv, vigilancia facialxxvi e inducción conductualxxvii. También en su regulación éticaxxviii establecida en 2021, tres años antes que la UExxix aunque estas dos regulaciones son diferentes, manifestando la importancia del Estado o las grandes tecnológicas privadas en uno u otro sistema. Pero su poder disruptor, transformador, se da en los dos espacios sistémicos.

En los países occidentales, en un contexto de crisis irresoluble, terminal y teniendo que reducir espacios geográficos del sistema capitalistaxxx, y la constatación de que un crecimiento infinito es ilusorio, la contradicción entre el desarrollo productivo y apropiación privada de sus beneficios, lleva a la consciencia de inviabilidad social a las propias élites, que se manifiestan en el Foro Económico Mundial estudiando salidas como la renta básica de ciudadanía, reducción del tiempo de trabajo y la alienación social con realidades virtuales, sin renunciar al lucro y sus privilegios, lo que implica instaurar un orden neo-feudal tecnológico basado en la dependencia vital de las plataformas digitales.

Las empresas tecnológicas estadounidenses a través de las que operan son las siete magníficasxxxi: Microsoft, Apple, Alphabet, Nvidia, Amazon, Meta y Tesla. Los fondos de inversión se vuelcan ahora fundamentalmente en Nvidiaxxxii, Amazon y Microsoft. Nos hablan de la “singularidad”xxxiii como salto evolutivo para la humanidad, estando las empresas de IA destinadas a dirigir al resto de la humanidad.

El primer efecto disruptor de la IA es que cambia el modelo de negocio y el tipo de empresa acorde a su tecnología. El producto es la información personal masiva que tras el tratamiento “minería de datos” se trasforma en un producto con el que comerciar y obtener beneficios. Las redes sociales y toda actividad comercial se convierten en dato. El próximo paso es la digitalización del dinero, por lo que toda transacción comercial deberá pasar por plataformas digitales. Las formas de trabajar se modifican. Desaparecen las fábricas, que serán ocupadas por robot, y se generaliza el trabajo online a través de las correspondientes plataformas. Esto ya es realidad.

Cada vez las personas y nuestro trabajo dependen más de las plataformas digitales. Los secuestros de hospitales, otros centros públicos y empresas privadas por hackers pueden ser considerados como pruebas de resistencia efectuadas antes de su implantación. El trabajo desde casa da comodidad y evita desplazamientos. También rompe relaciones sociales, nos individualiza aún más a las personas, y nos introduce en la red de vigilancia, control e inducción conductual. Nos sentimos más cómodos, pero somos cada vez menos libres. Nuestras decisiones estarán determinadas y dirigidas previamente por los algoritmos de las plataformas, como ocurrió en el brexit en Gran Bretaña, acabando con la democracia tal y como la hemos entendido hasta ahora. Dejamos de vivir nuestra realidad histórico-social para vivir en realidades paralelas. Los vínculos sociales desaparecen, las plazas están llenas de personas o los encuentros familiares cada una con su móvil y en sus redes sin ver ni interactuar con los demás, lo que nos lleva a la esquizofrenia y alienación total de la persona. El exceso de información a través de las redes nos impide focalizarnos en objetivos concretos y operativos, con lo que bloquean nuestro accionar y nos imposibilita comprometernos con el mundo que vivimos y nuestro momento histórico. En 2003 la anunciada invasión ilegal de Irak nos movilizó mundialmente haciendo caer gobiernos mentirosos; hoy el genocidio en Gaza y Cisjordania también nos moviliza, pero no parece ser tan efectivo como entonces. En las redes todo se banaliza, se iguala lo real y lo virtual. De esta forma, las tecnologías de la información y la comunicación se transmutan de herramientas al servicio de la sociedad a ser sujetos con la IA convirtiendo a la sociedad misma en mero objeto.

Como dice Pablo Dávalos,xxxiv “Todos estos simulacros sobre la libertad, la sociedad, la realidad, el poder, la banalidad del mal, entre otros, son la expresión de la estructura disciplinaria de la sociedad de la información o de la sociedad en red; pero esta estructura disciplinaria sería imposible sin la IA”.

La conjunción del Big Data, IA y ordenadores cuánticos conforman una promesa para erigir una renovada sociedad e instituciones que permitan el buen vivir para toda la humanidad. Pero dirigidas y controladas exclusivamente por las grandes corporaciones privadas y las grandes casas del sistema capitalista y su modelo de negocios se transforman en distopía de muerte y mal vivir. La clave radica en la finalidad y control de los algoritmos utilizados para esta IA. Su poder disruptor se extiende por la empresa, la sociedad y la realidad política.

En China el contexto es diferente. Su desarrollo se consolida y fortalece con la IA. La contradicción entre desarrollo de las nuevas fuerzas productivas y la apropiación privada de su fruto no existe. El beneficio es para toda la sociedad china a través del Estado. El desarrollo y control algorítmico de la IA responde a la programación y planificación pública a medio y largo plazo, en función de objetivos nacionales establecidos. Las empresas tecnológicas chinas que operan con la IAxxxv son Baidu, Huawei, iFlytek, Alibaba, China Telecom, Tencent, Dajiang Innovation, ByteDance, Mashang Consumer Finance y Mininglamp Technology. Los directivos tecnológicos chinos no hablan de la “singularidad”xxxvi. Es el Estado chino quién dirige y controlará los algoritmos de la IA. También es un sistema de vigilancia, control e inducción conductual más consentido socialmente por su cultura e historia basada en la comunidad y no en el individualismo anglosajón. El modelo de negocio es el mismo que en occidente, surgen en el seno del mercado internacional, pero el beneficio de la empresa no es el objetivo prioritario al tener garantizada la financiación por el Estado. No utilizan ni el balance ni la matriz del bien común, pero es el paso lógico a dar. El poder disruptivo de la IA pasa por el salto del bien común nacional al bien común de la humanidad, compartiendo, cuando llegue el momento, el diseño de su finalidad y control algorítmico con el resto de la humanidad.

La ética de la inteligencia artificial (IA)

La respuesta que demos a la ética de la IA, finalidad y control democrático de sus algoritmos, marca la bifurcación de qué futuro habrá, si es que lo hay para la humanidad. La IA es una herramienta creada por la sociedad humana y, como tal, está sujeta a esta misma sociedad que regula su qué hacer con ella, para quién y qué mecanismos de autocontrol se establecen ante posibles desvíos o mal uso.

Las posibilidades que nos abre la conjunción del Big Data, IA y ordenadores cuánticos es ilimitada. Tan sólo nos estamos asomando a la puerta que nos ha abierto. Logros en el conocimiento científico inimaginable, avances en la carrera espacial inalcanzables hasta ahora, limpieza de la contaminación mundial, avances médicos, acabar con el hambre y las migraciones forzosas, … pero por ahora el avance realizado ha sido su uso para la guerra y nuevas armas bélicas, consecuencia de su desarrollo aún limitado a intereses de los Estados-nación que la poseen y las amenazas inminentes de guerra mundial, así como a la vigilancia, control e inducción conductual de las poblaciones.

En la medida en que utilicemos la IA para humanizar el mundo y fortalecer la organicidad social podremos decir que tiene un uso ético. Adela Cortina en su informe al congresoxxxvii en 2019 habla de cinco principios: beneficencia, que exigiría poner los progresos al servicio de todos los seres humanos y la sostenibilidad del planeta; el de no-maleficencia, que ordenaría evitar los daños posibles, protegiendo a las personas en cuestiones de privacidad, mal uso de los datos, en la posible sumisión a decisiones tomadas por máquinas y no supervisadas por seres humanos; principio de autonomía de las personas, que puede fortalecerse con el uso de sistemas inteligentes, y en cuyas manos deben ponerse tanto el control como las decisiones significativas; principio de justicia, que exige distribuir equitativamente los beneficios; y principio de explicabilidad porque los afectados por el mundo digital tienen que poder comprenderlo para no ser manipulados.

Los valores de la Economía del Bien Común son exigibles en el uso de la IA y vienen a corresponderse con los exigidos por Adela Cortina: La dignidad de las personas es el núcleo de las orientaciones éticas, correspondiendo al principio de autonomía de las personas; la solidaridad implica la corresponsabilidad y compromiso con tu entorno social-político, correspondiendo con los principios de beneficencia, no-maleficencia y justicia; la sostenibilidad medioambiental del planeta es el principal bien común de la humanidad, y se corresponde con el de beneficencia; y la participación democrática exige información, transparencia y rendición de cuentas, correspondiendo a los principios de justicia y explicabilidad.

La plasmación real de estos principios éticos choca, y son incompatibles, con la gestión actual por parte de corporaciones privadas con fines de lucro de la IA, a través de la vigilancia, control e inducción conductual masiva. Y su exigencia y plasmación es el parto de la imprescindible nueva época histórica de la humanidad en la que nos adentramos.

Conclusión

De su boca sale una espada aguda para
herir con ella a las naciones.
Apocalipsis 19.15

La convergencia del Big Data, IA y ordenadores cuánticos nos anuncia una profunda transformación económica, social y política. Pero solo son herramientas usadas en el seno de unas relaciones de producción capitalistas, diferenciadas entre las grandes corporaciones tecnológicas occidentales privadas y grandes corporaciones tecnológicas bajo control estatal chinas. Actualmente con su modelo de negocio nos arrastran a un futuro de vigilancia, control e inducción conductual que no respeta la dignidad humana; que no garantiza la sostenibilidad del planeta; que no distribuye equitativamente sus beneficios; que nos aísla como personas y destruye las relaciones sociales y la organicidad social; y que nos manipula acabando con la democracia tal y como la conocemos. Un futuro, ya casi presente, donde reinaran los mentirosos.

La IA es fruto de la creatividad humana. Su desarrollo depende de startups y de pequeños grupos de investigación universitarios. Se financian con fondos públicos. Hasta que el ecosistema de I+D+I privatiza y rentabiliza la acumulación de conocimiento, el trabajo investigador y el riesgo de los muy escasos triunfadores. Las grandes corporaciones tecnológicas privadas no son imprescindibles. Tan sólo tenemos que romper las cadenas que restringen la creatividad con los modelos de negocios privados, instaurando un nuevo ecosistema de I+D+I público orientado por indicadores éticos de inversión del bien común, manteniendo la socialización integral del ecosistema. Para ello hay que derogar el actual derecho de patentes y propiedad intelectual, transformándolo en coherencia con los valores, motivaciones y objetivos de la nueva época que nace.

Mientras los ecosistemas de I+D+I sean nacionales el interés general y el bien común también lo será. Ello implica que seguirán orientados a la defensa y sistemas bélicos; que su fruto no será equitativo para toda la humanidad; que no se garantizará la sostenibilidad medioambiental planetaria; que su uso para eliminar las hambrunas y migraciones forzosas no estará asegurado; y que se mantendrá en su seno el valor de la competitividad en lugar de los valores de cooperación y coordinación. El poder disruptor, transformador, de esta nueva fuerza productiva fruto de la convergencia del Big Data, IA y ordenadores cuánticos, nos señala la superación de los Estados-naciones y el comienzo irreversible hacia la unificación de la humanidad y el nacimiento del nuevo hombre. Este si es un salto evolutivo en la historia de la humanidad.

¿Puede la IA ayudarnos a cambiar este mundo? Sí, ya lo está haciendo. Pero depende de nosotros como sociedad humana, como humanidad, que camino elegimos transitar en esta bifurcación histórica. Con el ejercicio de nuestra libertad, dentro de la dualidad existente entre seguir como hasta ahora, o avanzar en coordinación y regulación internacional común y en beneficio de toda la humanidad. Tenemos que elegir, ejercer nuestro libre albedrío.

¿Y cómo comenzar a hacerlo? Con el poder de la palabra reflexiva, meditada y que incite a la acción. Las palabras cambian el mundo y conforman la historia de la humanidad. Fueron las palabras de la Declaración de independencia de EE UU las que alumbraron el sistema capitalista. Fueron las palabras del Manifiesto comunista las que alumbraron la antítesis en los países socialistas. Fueron las palabras de Hayek y Milton Friedman las que nos han traído a la presente crisis sistémica y civilizatoria. Y también será la palabra, como una espada aguda, la que nos permitirá superarla.

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Fernando Moreno Bernal
EBC Cádiz
Cádiz, a 5 de abril de 2024

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Participaciones
Manolo Martín Martín EBC Valladolid
Fernando Visedo Manzanares EBC Cádiz
José Luís Sánchez Martín Alcalde Miranda de Azán
Albert Llucian EBC Valencia

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iii Amín, Samir 1976 Imperialismo y comercio internacional. El intercambio desigual, Siglo XXI, Madrid, 1976 https://es.wikipedia.org/wiki/Samir_Amin

iv Drucker, Peter 1993 La sociedad post-capitalista (1993) https://es.wikipedia.org/wiki/Peter_F._Drucker

vi Castells, Manuel 2000. La sociedad de la información. Economía, sociedad y cultura. https://es.wikipedia.org/wiki/Sociedad_de_la_informaci%C3%B3n

viii GAFAM: Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft

ix Zuboff, Shoshana. 2013 https://es.wikipedia.org/wiki/Capitalismo_de_vigilancia