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Aunque la actualidad del Covid19 puede con todo, este artículo que tenía pendiente, puede aportarnos una visión diferente a la forma de contemplar la deuda y el valor del dinero. El debate europeo de los coronabonos, en el Parlamento Europeo, es el de la tremenda deuda publica que se generará en la emergencia sanitaria del coronavirus. ¡Y la deuda de los países del sur será impagable en las condiciones actuales!.

Sobre el siglo XXI se ha escrito mucho y variado, se nos dijo, que iba a ser una nueva época donde la tecnología nos salvaría de todos los peligros que a lo largo de la historia han tenido que hacer frente los seres humanos: fin de la pobreza, mayor confort de vida, etc. Pero mal comenzamos, cuando nada más iniciarse explotó la primera burbuja económica, la de las tecnológicas. Pero no había que temer, sesudos economistas rápidamente buscaron soluciones, y los 5 años siguientes parecieron que, de nuevo, la riqueza/dinero no tenía fin.

Entonces, ¿qué sucedió para que en 2008 pareciese que el mundo llegaba a su fin?. Buscar culpables no suele ser tarea muy difícil, aunque si se yerra en el diagnostico el problema se multiplica, lo realmente complicado es buscar soluciones que funcionen de forma equitativa. Han pasado más de 10 años y la situación sigue sin resolverse satisfactoriamente para la sociedad, dado que aunque la riqueza global es similar a la del inicio de la crisis, las desigualdades de renta y propiedad han crecido de forma exponencial, dado que, la mayoría de las plusvalías han ido a parar a un segmento muy reducido de élites económicas, con todos los matices que queramos poner.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?. A mediados del siglo XX comenzó una época donde la economía creció de una forma robusta, y el reparto de las rentas y la propiedad, posiblemente, llego al punto de mayor equidad conocido en toda la historia. Parte de “culpa” la tuvo por un lado la existencia de sistema económico diferente y alternativo al capitalismo, el comunismo, el cual era una amenaza para los capitalistas, y por tanto (aunque no de buen gusto) los capitalistas admitieron dicha equidad en el reparto; y por otro la sustentación del sistema capitalista en la convertibilidad del dinero en oro. Esto último provocaba que la economía tuviese un límite de endeudamiento, y por tanto limitaba el crecimiento del PIB, atentando contra una de las múltiples paradojas del capitalismo, que para subsistir necesita ineludiblemente crecer, sino colapsa.

Recordemos que el capitalismo, sobre todo el neoliberal, tiene unos “dogmas” que, gracias a ellos, consiguen el bienestar necesario para todos (la famosa mano invisible): Crecimiento ilimitado – Acaparamiento de dinero/riqueza – Individualismo/Competencia; pero todo lo anterior con un sistema monetario sustentado en el oro no podía funcionar, las existencias de oro tienen un límite, y por tanto el dinero también. Algo se tendría que hacer, y vaya que lo hicieron, no tardaron en encontrar la solución necesaria para que el PIB siguiese creciendo sin cesar.

Eran finales de los años 60 y desaparece la convertibilidad del dinero en oro, iniciándose una nueva época con la introducción del dinero fiduciario, el cual se sustenta únicamente en la confianza. Había llegado el momento al que algunos estaban esperando para seguir creciendo, aunque este crecimiento fuera causado por el crédito, pero con ello el “totem” del capitalismo, el PIB, estaba de nuevo a salvo .

A finales de los 70 y durante todos los 80, del siglo XX, toman las riendas de la economía los ideólogos neoliberales, y unido a la desaparición en 1989 del sistema comunista, parecía que habíamos llegado al final de la historia, como bien nos decía Fukuyama en su bestseller. Todo parecía que iba bien y el PIB seguía creciendo año tras año, pero la deuda crecía mucho más, y se necesitaba, siempre, algún punto de más en el crédito disponible que en el PIB conseguido; ya no era posible crecer sin poner en circulación más dinero fiduciario que proporcionase crédito, y el dinero ahora no era problema al no tener conversión en oro. Esto era una locura que nadie quería ver, ya que el crédito impulsaba el consumo, y un (teórico) nivel de vida desconocido hasta entonces, pero llego 2008 y comprobamos que todo lo anterior había sido mas que un sueño, una pesadilla.

Sobre el tema de la deuda hay posicionamientos de todo tipo, incluso dentro de una misma ideología económica visiones divergentes, la realidad es que actualmente la deuda es mayor que el PIB mundial, situación que en gran parte la provocó la no paridad del dinero con el oro; pero hay otro problema más grave ligado al dinero fiduciario – que unido a la desaparición de un mínimo de regulaciones financieras promovido por la ideología neoliberal- han permitido la generación de crédito sin limite y la aparición de toda una serie de productos en un mercado opaco extrabursátil, los denominados OTC, que se negocian fuera de la bolsa de valores, y sin regulaciones como otros productos bursátiles, estos son una verdadera “bomba de destrucción masiva”, se estima (al ser opacos) que pueden suponer del orden de ¡¡¡8 veces el PIB mundial!!!.

Hagámonos una sencilla pregunta, ¿qué sucedería si quienes detentan la propiedad de esos OTC quisieran hacerlos efectivos?, cabe pensar que si eso sucediese toda la población mundial tendría que trabajar 8 años, sin cobrar nada, para poder hacer frente a ello, lo cual nos lleva directamente al colapso de la sociedad tal como la conocemos actualmente. Si esta es la sociedad que queremos para las próximas generaciones, estas tendrán una pesada losa, deberán trabajar 8 años de sus vidas como “esclavos”, ya que otro de los dogmas de nuestro sistema económico es que la propiedad es “sagrada”, y por tanto a quien la detenta habrá que pagarle.

Tal vez este análisis sea considerado por eminentes economistas (del sistema) como la visión de un indocumentado, casi con seguridad que si, pero lo que necesitamos son respuestas con rigor científico, no ideología o dogmatismo para justificar los intereses de una minoría, que por desgracia es lo que vemos y oímos todos los días en esa legión de defensores a ultranza de lo que denominan “libre mercado”, pero libre para que y para quien, a poco que analicemos lo que está sucediendo, la respuesta no tiene dudas.

A pesar de todo lo anterior, yo soy optimista aunque realista, e intuyo que revertir dicha situación no es tarea fácil, sobre todo si priman los intereses de una minoría en contra de los de la sociedad en su conjunto, pero solamente quejarnos no vale, hay que actuar en la medida de lo que cada uno pueda aportar, con propuestas alternativas a este sistema económico, que nos demuestra día a día que es incapaz de dar respuesta a las necesidades reales. La economía tiene que ser una ciencia social que permita vivir con dignidad a todos los habitantes de nuestro planeta, y no debe de ser la escusa para que la avidez de dinero y poder de unas élites se imponga sobre el Bien Común social, y su obligación es facilitar propuestas equitativas sobre reparto salarial/riqueza, y acceso en igualdad a los servicios esenciales que toda sociedad debe procurar a sus ciudadanos: educación, salud, dependencia, etc.

Para concluir sería bueno recordar una de las propuestas que realiza la Economía del Bien Común (pag-314 La Economía del Bien Común – Christian Felber Editorial Deusto 2018): Un importante “bien comunal democrático” es la banca democrático. Sirve como todas las empresas al bien común y, como todos los bienes comunales democráticos, es controlado por el pueblo soberano, no por el Estado. Sus servicios básicos son garantizar los activos de ahorros, las cuentas corrientes a bajo coste, los prestamos de bajo interés a las empresas y hogares así como la participación en la bolsa del bien común regional. El Estado financia la deuda pública a través de prestamos sin intereses del Banco Central (limitados al 50 por ciento del PIB). El Banco Central recibe el monopolio de la creación de dinero y se controla la circulación transfronteriza de capitales con el fin de impedir la evasión fiscal y el contagio de crisis. Los mercados financieros en su forma actual ya no existirán.

Otro mundo es posible, y está en tu mano que así sea, no te quedes inerte y permitas con ello que las próximas generaciones no tengan futuro. Finalizo recordando una frase de Galdeano que nos muestra que ese cambio ha sido, y es, posible. “Mucha gente pequeña, en sitios pequeños, haciendo cosas pequeñas, han cambiado el mundo”.

J.M.Martín

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Referencias:

La desintegración de la economía basada en el papel moneda. “Richard Duncan”.

El precio de la desigualdad. “Joseph E. Stiglitz”

Informe sobre la desigualdad global. “Thomas Piketty +…»

La Economía del Bien Común “Christian Felber”
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