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El municipio del Bien Común – Una estrategia de cambio desde abajo

La Economía del  Bien Común describe un completo orden alternativo económico, un movimiento desde abajo, que comenzó el 6 de octubre del 2010, siendo desarrollado y puesto en la práctica de forma participativa por cada vez más empresas, organizaciones, municipios y centros educativos.

Formalmente un municipio puede convertirse en municipio del bien común mediante un declaración del pleno municipal en la que se expresa la adhesión al movimiento de la Economía del Bien Común y se compromete a desarrollar al menos una de las 5 actividades abajo descritas. Aquellos municipios que dan el paso adelante son inscritos en la página web de la “Federación Española de la Economía del Bien Común” como Municipio simpatizante.

La Federación ayuda a la preparación del acuerdo del pleno, que puede ser completada con ideas e iniciativas del municipio propias.

Para cada una de las siguientes actividades habrá una “Semilla de diente de león” (el logo del movimiento), de manera análoga a las estrellas que nos hablan de la categoría de un hotel:

1. Un municipio del Bien Común hace en su propio ámbito administrativo y económico un Balance del Bien Común

Publica su balance e invita a municipios amigos y vecinos a hacer lo mismo. Más adelante el resultado obtenido del balance del bien común podría tener consecuencias para las ayudas destinadas a los municipios y para la compensación financiera. Si un municipio hace mucho en favor de la gente y de la naturaleza, debe disfrutar de ciertas ventajas financieras, en comparación con aquellos municipios que hacen menos esfuerzos.

“El objetivo no es que un municipio sea ‘mejor’ que otro sino que quiera conseguir mejoras en aquellos factores de calidad de vida que le importan”

2. Un municipio del bien común invita a las empresas locales a realizar el Balance del Bien Común

El consistorio da a conocer públicamente al grupo de empresas pioneras y hace visibles sus servicios especiales en favor del bien común. Esta visibilidad puede materializarse por medio de una celebración anual en la que se agradece a las empresas pioneras del municipio sus esfuerzos, o puede llegar hasta la preferencia de empresas del bien común en la contratación pública. En algunas comunidades se están formando grupos de empresas que son acompañadas por consultores del bien común para formarse, realizar juntas el balance e informe del bien común y finalmente evaluar en grupo los resultados. Este proceso podría ser apoyado y financiado por el municipio. Este proceso para las empresas del municipio puede ser integrado en otros procesos ya existentes, como el de la Agenda 2030, o programas de desarrollo regional.

3. El desarrollo participativo de un “índice del bien común municipal”

es un índice de calidad de vida que está ubicado en un nivel intermedio entre el producto del bien común (economía) y el balance del bien común (empresa). A través de procedimientos de participación ciudadana se podrían determinar los de entre diez a veinte factores de calidad de vida más importantes. Éstos podrían ser medidos una vez al año, en parte a través de encuestas que engloben a todos los hogares. A diferencia del producto del bien común, que debería ser uniforme a nivel internacional, los índices del bien común pueden ser diferentes de un municipio a otro. El objetivo no es que un municipio sea “mejor” que otro, sino que quiera conseguir mejoras en aquellos factores de calidad de vida que le importan a su ciudadanía. En función de sus resultados se deberían adoptar las decisiones políticas.

4. Proyecto de participación ciudadana para facilitar y promover una “convención municipal”

En ésta la ciudadanía puede fijar algunas reglas que deben regir la actuación del ayuntamiento. Se trataría de cuestiones estratégicas que marcarían las grandes líneas de actuación de los poderes públicos locales a la hora, por ejemplo, de gestionar las finanzas locales o de adoptar políticas con impacto en el medioambiente. Si el ordenamiento jurídico no prevé ese tipo de participación directa de la ciudadanía, o no le otorga un valor jurídicamente vinculante, se valorará muy positivamente que la administración local asuma como propias las decisiones adoptadas en la convención municipal y las eleve en su caso al órgano competente para su aprobación.

5.  Unirse en una  “región del bien común”

Varios municipios del bien común pueden reunirse en su área geográfica para formar regiones del bien común. De esta manera, los municipios pueden aprender juntos y complementarse mutuamente. Una región del bien común puede, en cooperación con municipios del bien común, invitar a la autonomía correspondiente a convertirse en una autonomía del bien común.

Gran interés internacional por el concepto de Municipio del Bien Común

Aunque la iniciativa de la economía del bien común es aún muy joven, ya hay un interés considerable por parte de municipios de países como Alemania, Austria, España, Italia, Luxemburgo y Suiza.  De hecho el Municipio español de Miranda de Azán (Salamanca) fue el primero del mundo que adoptó un acuerdo en pleno para adherirse al movimiento de la Economía del Bien Común.

La idea se está propagando como el viento

Más información y contacto:

municipalities@econgood.org

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